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El Crimen Organizado y las Telecomunicaciones

El tener incremento exponencial de la actividad criminal organizada es caracterizada por el dominio y la ostentación de un fuerte poder económico, y el ejercicio del liderazgo político a través del empleo expeditivo de la violencia, así como mediante la práctica sutil de la manipulación, corrompiendo amplios sectores del sistema económico y político a nivel mundial, resulta hoy un fenómeno altamente productivo y cada vez más sofisticado, que arroja unas cifras abundantes de beneficios vergonzantemente suculentas (Sansó Rubert, 2006). Es por lo cual al ver que las nuevas tecnologías han supuesto en pensar del delincuente en donde se ha amoldado rápidamente a ese nuevo escenario, aprovechando las ventajas de las deficiencias legislativas y del nuevo espacio jurídico. Su adaptación ha sido tal que se ha procurado un espacio de impunidad, que ha supuesto un efecto llamada para la delincuencia. Han desembarcado, de la mano de los expertos informáticos o hackers, con toda su fuerza, abriéndose paso las formas más avanzadas de la delincuencia, y sobre todo en las organizaciones criminales organizadas.

Ante esto basta con mirar que el desarrollo de la informática y las telecomunicaciones, las cuales tiene un efecto sinérgico entre ambas, lo que está suponiendo un cambio trascendental en la sociedad. Trabajo, economía, administración y ocio son algunos de los aspectos que están variando a pasos agigantados, dirigiéndonos hacia esa sociedad cada vez más global, en la que la esfera de influencia supera nuestro entorno mediato, y lo que ocurre en nuestras antípodas ya forma parte de nuestras circunstancias.
Por esto el ciberdelito, cibercrimen o delito informático que es un concepto que manejamos socialmente para referirnos a un conjunto de conductas que vulneran los derechos de terceros y se producen en un escenario o medio tecnológico, provocando un rechazo social y sobre las que media en el derecho penal, con lo cual casi no podemos imaginar la realización de cualquier delito sin que éstos aparezcan como el desvío de dinero a paraísos fiscales a través de transacciones electrónicas para evadir impuestos o blanquear dinero, la falsificación de moneda a través de medios tecnológicos, la apología de diversos tipos penales, la coordinación entre terroristas o bandas organizadas, las amenazas, la extorsión, etc (Velasco Nuñez, 2010). El principal elemento en la composición de una red social son las relaciones humanas, las cuales permiten la construcción de redes compuestas por individuos y grupos de diferentes nacionalidades. Estas relaciones también son construidas con actores legales del mundo de la política o de las finanzas con el fin de facilitar las actividades ilícitas.
En este sentido, la comunicación, el control y la coordinación de las redes criminales es posible gracias a los avances experimentados en las tecnologías de la información en el proceso de globalización. Primero, las nuevas tecnologías han reducido el tiempo de las comunicaciones entre los actores para la coordinación de sus operaciones. En segundo lugar, las nuevas tecnologías han reducido los costos de las comunicaciones, poniendo en ventaja a organizaciones estructuradas en red mucho más pequeñas y descentralizadas frente a organizaciones de tipo jerárquico mucho más centralizadas. Tercero, las nuevas tecnologías les permiten a los grupos criminales aumentar el volumen y mejorar la calidad de la información compartida entre grupos e individuos dispersos geográficamente.

Bibliografía

Sansó Rubert, D. (2006). El Papel de la Información en la lucha contra delicuencia organizada transnacional. Obtenido de Sitio Web de la Universidad Complutense Madrid: https://www.ucm.es/data/cont/media/www/pag-72529/UNISCISanso12.pdf
Velasco Nuñez, E. (2010). Crimen Organizado, Internet y nuevas tecnologías. Obtenido de Sitio Web de la Universidad de Coruña: http://ruc.udc.es/dspace/bitstream/handle/2183/9173/ponencias_13_Velasco_Nunez_245-282.pdf?sequence=1



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